“El comienzo de la sabiduría es el silencio” – Pitágoras
Con los años vamos acumulando ideas, creencias, opiniones y juicios sobre todo y todos. También sobre nosotros mismos.
Las opiniones personales suelen ser una visión cargada de historia personal, pero no hay que subestimarlas, porque acaban por ser el fundamento de nuestras acciones.
Pitágoras es considerado uno de los hombres con mayor influencia en el campo del pensamiento, con principios que han sido claves tanto en el desarrollo posterior de la filosofía de Platón y Aristóteles, como en el avance de las matemáticas, la geometría, y la aritmética. Él descubrió la importancia de los números en la música, a él le debemos el descubrimiento de la “media armónica” y “progresión armónica”.
Fue un hombre avanzado, que en el Siglo IV a.C, fundó una sociedad en la que eran admitidos hombres y mujeres en igualdad de condiciones, la propiedad era común, e incluso los descubrimientos científicos y matemáticos eran considerados colectivos. Para Pitágoras lo más elevado que podía hacer el ser humano era contemplar, observar silenciosamente la realidad, para poder ver y obtener información precisa, directa, con la menor distorsión posible. Dada que su contemplación dió origen al nacimiento de las matemáticas puras, se ha convertido en un verdadero embajador del silencio y la contemplación. Pitágoras es la confirmación de que contemplar, es una actividad útil y fructífera.
Me sumo pues a la invitación a contemplar, que Pitágoras hacía a sus discípulos.
Meditar, o practicar el mindfulness, no es más que contemplar lo que sucede en el momento presente, sin juzgar. Esta acción nos lleva a descubrir una versión de la realidad más verdadera, y nos ayuda a desarrollar conciencia de la distorsión de nuestras interpretaciones.